martes, 30 de agosto de 2011

EL EDITORIAL DEL MERCURIO QUE ENFRENTA EL DILEMA EDUCACIONAL DESDE LA PERSPECTIVA DE LAS DERECHAS POLÍTICAS Y ECONÓMICAS

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DE EL MERCURIO.COM
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Martes 30 de Agosto de 2011
.Diálogo estudiantes-Gobierno, ¿con el Presidente desde su inicio?

Hasta el viernes pasado, la triple respuesta del Gobierno a la movilización estudiantil consistía en la apertura al diálogo -radicado en el ministro del ramo-; la copiosa agenda legislativa sobre calidad, que se concretó luego de años de tramitación legislativa, y la oferta de rebajar y equiparar las tasas de crédito que agobian a las familias medias, junto con extender las becas al 60 por ciento del universo estudiantil.
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Adicionalmente, sin embargo, el Presidente Piñera ha creído del caso encabezar él mismo un diálogo con los estudiantes y otros actores -alcaldes, profesores, presidentes de ambas cámaras-, sobre la base de que la discusión se centre en materias netamente educacionales, ya que el petitorio original (se ignora hasta dónde será él omitido) demandaba desde reformas políticas hasta remoción de autoridades, concesión previa de los puntos y transmisión televisiva de las citas.
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En educación superior, hay una serie de demandas de los estudiantes y un vasto conjunto de propuestas del Gobierno, que en algunos aspectos se encuentran y en otros divergen. Los planteamientos son amplios e imposibles de abordar en un lapso razonable. Por eso es importante acotarlos a aspectos esenciales, que se hagan cargo sólo de los problemas más inmediatos y que también permitan darle a la educación superior una orientación de mediano y largo plazo. Ahora bien, si antes de focalizar la discusión se invita a tan variados actores, lo anticipable es que la agenda se abra y se haga aún más compleja la posibilidad de llegar a acuerdos equilibrados en plazos prudentes.
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La estrategia anterior del Gobierno consistía en ir concentrando gradualmente en el Congreso el debate de una agenda limitada de materias y abordar otros aspectos de la misma a través del Presupuesto de la Nación. .
Esa decisión despertaba algunas críticas, pero es razonable centrar el proceso de deliberación en las instancias que la democracia representativa se ha dado a sí misma. En cambio, en la instancia de diálogo que ha abierto el Presidente, la asimetría en términos de legitimidad democrática será enorme.
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Las encuestas pueden registrar un momento de bajo apoyo del Ejecutivo, pero hace menos de dos años obtuvo un mandato ciudadano claro. Los estudiantes, si bien gozan de apoyo en la población, alimentada por algunos aspectos de su agenda, carecen de legitimidad democrática representativa y tampoco tienen la obligación de rendir cuenta por sus actuaciones, ni la ciudadanía puede reprobarlos por ellas.
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Los canales de diálogo deben estar siempre abiertos, pero en su nivel conveniente para la solución, cuidando de que él se realice en las instancias apropiadas y resguardando la coherencia institucional. La decisión gubernamental de radicar el debate en el Congreso no fue antojadiza, sino que respondió a que el movimiento estudiantil no estuvo dispuesto a considerar las propuestas gubernamentales, pese a que en varios puntos se acercaban a sus exigencias iniciales. Es más, la semana pasada, a pesar de su nula representatividad democrática, este movimiento optó por emplazar al Presidente, lo que finalmente convenció al Gobierno de que el único camino era avanzar con sus proyectos de ley y acelerar el proceso de recuperación del año escolar para los inscritos con ese objeto.
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Ahora se cuestiona por la Confech el envío de los proyectos sin consulta previa a los actores, una exigencia que excede el más elemental criterio democrático y, además, es inútil, pues si hay acuerdo, éste se puede materializar en indicaciones del Ejecutivo durante el trámite legislativo.
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En el marco en que está planteado este diálogo, tiene un riesgo importante de fracaso y hasta el último minuto su realización será dudosa. Bien puede limitarse a una sola sesión escénica -sin mesas de trabajo ulteriores-, que dejará la confrontación a la vista. Ciertamente, podría existir un retorno a la normalidad docente, ya que el conflicto comienza a provocar efectos adversos no sólo para los estudiantes que el movimiento dice representar, sino también para las instituciones que deberían haberse beneficiado con las demandas del mismo, pero esa posibilidad no es la más evidente.
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Y, al contrario, lo que surja de la presión que antecedió a este diálogo, si no corresponde firmemente a lo que el Gobierno responsablemente puede conceder de acuerdo con su concepto de sociedad docente y libertad de enseñanza, será un estímulo para otras presiones corporativas en otros ramos de la actividad nacional, que sobrepasen al bien común de la mayoría de los chilenos.
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